"Elige la vida. Elige un empleo. Elige una carrera. Elige una familia. Elige un televisor grande que te cagas. Elige lavadoras, coches, equipos de compact disc y abrelatas eléctricos. elige la salud, colesterol bajo y seguros dentales. elige pagar hipotecas a interés fijo. Elige un piso piloto. elige a tus amigos. elige ropa deportiva y maletas a juego. Elige pagar a plazos un traje de marca en una amplia gama de putos dígitos. elige bricolaje y preguntarte quién coño eres los domingos por la mañana. Elige sentarte en el sofá a ver tele-concursos que embotan la mente y aplastan el espíritu mientras llenas tu boca de puta comida basura. elige pudrirte de viejo cagándote y meándote encima en un asilo miserable, siendo una carga para los niñatos egoístas y hechos polvo que has engendrado para reemplazarte. elige tu futuro. Elige la vida. Pero ¿por qué iba yo a hacer eso?..."
...Voy repitiéndolo mentalmente mientras atravieso el Paseo de Recoletos y pienso en lo mucho que me gusta Madrid ( y en que necesito hacerme con un ejemplar de Skagboys)
Han pasado muchos años desde que escuché esas palabras por
primera vez, pero aún hoy, y aún sin quererlo, siguen poniéndome la piel de
gallina. De carrerilla y en la voz de Mark Renton sonaban como un poema lejano,
aunque sonrío al comprobar que me encuentro más que familiarizada con muchos de
los conceptos “a elegir”.
¿Elegimos en realidad? ¿Cuántas veces a lo largo de nuestra
vida? ¿Importa? Y a día de hoy… ¿Podemos elegir?
Todo vuelve: las modas, las políticas, las drogas, la
crisis, la recesión, ¿las oportunidades?, no siempre, no en la misma medida.
Adoro la vida; adoro mi vida, hecha a imagen y semejanza de
mis deseos y mis necesidades pero de repente me preocupo… ¡veo Gran Hermano! (y
me gusta), si no engordase, comería hamburguesas varias veces por semana y
empecé, llena de ilusión, una carrera que hoy no me satisface. Si continuo con
cada punto mi preocupación irá en aumento, pues los paralelismos son enormes,
¿o son comunes?¿corrientes?. Nunca quise ser común, siempre yo, mejor o peor.
¿Esto es posible? No puede ser que todos queramos lo mismo, que todos
terminemos igual ¿o sí? que alguien me lo diga, por favor, porque de ser así, y
para evitar la profecía completa recitada por Ewan McGregor mientras corría por
las calles de Edinburgo, me ahorraré el
colegio privado de los niños y destinaré los fondos a elegir la mejor
residencia del mundo (y un Amazona de Loewe a plazos), por supuesto, “mirando hacía adelante hasta el día en que
la palme”. http://www.youtube.com/watch?v=qrvUWSQZMYk