Y no es que me esté declarando contraria a la juerga, ni que esté reconociendo haber sido un muermo y haber pasado mi adolescencia a la sombra de mis amigas “party animals”… no, podría ser, pero no… en este caso, todo es mucho más simple, me refiero, exactamente, al sentido más tradicional y literal de la frase: lamento comunicaros que nunca fui orgullosa merecedora de la corona de Reina (ni tampoco ninguna variante de Dama de Honor) del certamen de belleza celebrado en mi amado Navatalgordo (Ávila), pueblo de mi abuela y lugar de vacaciones durante mi infancia y gran parte de mi juventud. L
Así fue, amigos! aunque me resulte duro reconocerlo, nunca estuve a la altura de tan valorado galardón. Año tras año, el procedimiento era el mismo: llegaban las Fiestas Patronales y cabía la posibilidad de que ése fuese tu año de suerte. La noche de la elección paseabas por la plaza (o no) mientras el jurado escrutaba, implacable, desde el balcón del Ayuntamiento… -¡uff, qué nervios!- ¡Mira, mira! ¡Te están mirando a ti!!- ¡no, es a ti!! – ¡no, este año sales tú!!- ¡qué va, tía!! ¡¡si me sacan yo no subo, qué vergüenza!! – …el discurso era muy similar, según parecía, el hecho de ser Reina de las Fiestas era más un suplicio que cualquier otra cosa (-Y encima no podemos quedarnos con la corona!! …nada, nada, a mí que no me elijan…), algunas incluso se iban a casa para evitar el “bochorno” del nombramiento, pero no nos engañemos… todas, en nuestro fuero interno, aunque estuviésemos “ocultas” en casa, deseábamos que en algún momento llegara nuestra amiga del alma, casi con lágrimas de orgullo, a decirnos que éramos…. LA REINA.
Pues sí, los años pasaban, los jurados cambiaban y las “candidatas” iban siendo elegidas: altas, bajas, rubias, morenas, delgadas, no tanto, bellezas autóctonas, no tan autóctonas, no tan bellezas, etc (mención especial a mi hermana, primas y amigas… chicas, vuestros triunfos han sido mi premio de consolación ;D) pero no, yo nunca fui Reina de las Fiestas… y hoy, no puedo sino agradecérselo a todo aquel que decidió que así fuera ya que, de otro modo, quizá este blog nunca habría visto la luz. ¡GRACIAS!
(…y bienvenidos todos a mi particular forma de ver el mundo.)
Laura.
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